Cómo dividir el equity de una empresa: Criterios clave desde la experiencia
- Claudio Toro Isla
- hace 6 días
- 3 Min. de lectura

Uno de los momentos más sensibles y estratégicos en la creación de una empresa es la distribución del equity (participación accionaria) entre los fundadores y socios clave. A lo largo de mis más de 15 años asesorando startups y empresas en crecimiento, he aprendido que una mala decisión en esta etapa puede arrastrar conflictos durante años o incluso poner en riesgo el futuro del negocio.
Dividir el equity no se trata solo de quién tuvo la idea o quién puso más dinero. Es una conversación compleja que debe considerar múltiples factores que aportan valor real al crecimiento de la empresa. Aquí comparto los criterios más importantes que recomiendo considerar al momento de definir la participación de cada socio.
1. Aporte de capital (dinero)
Es el criterio más tangible y fácil de cuantificar. Quien invierte dinero directamente en la empresa, especialmente en etapas tempranas, está asumiendo un riesgo relevante. Sin embargo, no debe sobrevalorarse por sobre otros aportes más estratégicos o sostenidos en el tiempo.
Recomendación: Establecer claramente el valor del capital invertido y diferenciarlo de otros tipos de aportes. En muchos casos, se puede considerar como una inversión convertible (SAFE o nota convertible) en lugar de equity directo.
2. Aporte tecnológico o intelectual (IP)
El desarrollo de software, patentes, diseños o conocimientos clave pueden ser incluso más valiosos que el capital financiero, sobre todo en industrias tecnológicas o creativas. Este tipo de aporte debe valorarse a precio de mercado y formalizarse mediante contratos claros.
Ejemplo: Si un socio desarrolla un algoritmo clave para el modelo de negocio, su aporte no es solo de horas trabajadas, sino de propiedad intelectual que habilita el negocio.
3. Compromiso de tiempo y permanencia
Fundadores que dedican tiempo completo a levantar la empresa están asumiendo riesgos de oportunidad, renunciando a ingresos estables y poniendo su energía al servicio del proyecto. Este compromiso merece ser reflejado en el equity.
Mecanismo recomendado: Uso de vesting con cláusulas de permanencia. Esto significa que el equity se va “ganando” a lo largo del tiempo, por ejemplo, en 4 años con un cliff de 1 año. Si alguien abandona el barco antes, no se lleva la misma parte.
4. Roles estratégicos y habilidades complementarias
No todos los socios aportan lo mismo, y eso está bien. Un socio con experiencia en ventas internacionales puede abrir puertas que un programador no podría, y viceversa. El valor del rol debe medirse por su impacto esperado en los resultados y no por un enfoque igualitario.
Consejo: Evitar divisiones “democráticas” tipo 50/50 si no reflejan el aporte real o futuro de cada persona. En el corto plazo evita peleas, pero en el largo plazo puede desincentivar a quien más entrega.
5. Relaciones, redes y reputación
Algunos fundadores aportan una red de contactos valiosa: inversores ángeles, potenciales clientes, aliados estratégicos. Aunque más difícil de valorar, este tipo de “capital relacional” puede acelerar el crecimiento y debe ser reconocido.
6. Etapa en que se une cada socio
No es lo mismo sumarse al proyecto cuando es una idea en una servilleta que cuando ya hay producto, ventas o inversión. Quien asume el riesgo temprano merece una mayor participación.
7. Mecanismos de revisión futura
El equity no debe ser estático. Es útil establecer mecanismos de revisión a los 12 o 18 meses para ajustar la participación si los aportes no se materializan como se esperaba. Esto puede incluir cláusulas de recompra o dilución interna pactadas de antemano.
Conclusión
Dividir el equity es una mezcla de arte y ciencia. Requiere conversaciones honestas, asesoría externa y acuerdos legales claros. Más allá de los porcentajes, lo importante es que todos los socios sientan que el trato es justo, que los incentivos están bien alineados y que cada uno está comprometido con el éxito colectivo.
Una distribución bien pensada no solo evita conflictos, sino que puede ser una ventaja estratégica ante futuros inversionistas que verán un equipo sólido, bien estructurado y con roles definidos.
Mi consejo final: antes de firmar cualquier acuerdo, proyecta cómo se sentirá ese reparto de equity dentro de 3 años. Si aún parece justo, vas por buen camino.
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